viernes, 20 de noviembre de 2015

Escuelas Normales Rurales en resistencia



Escuelas Normales Rurales en resistencia...


Por Roberto Arteaga y Francisco Muciño
“La mayor parte de nuestras comunidades rurales ofrece, entre numerosas carencias, la de una casi total desorganización, que las sitúa en el más amplio subdesarrollo. Sus niveles económico, social y cultural son apenas perceptibles. Muchas carecen de tierras de cultivo, otras de agua potable y comunicaciones en casi todas. Las causas están diseminadas”, dijo Raúl Isidro Burgos a sus alumnos de la generación 1964-1970 de la Normal de Maestros de Ayotzinapa una tarde de agosto de 1970.
La realidad que retrataba el académico, que da nombre a la Normal Rural de Guerrero, se parece mucho a las condiciones que siguen prevaleciendo en la mayor parte del país. Más de 46% de la población mexicana vive en la pobreza, mientras que 11% sobrevive en condiciones de pobreza extrema, de acuerdo con los últimos datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Las Escuelas Normales, en particular las Rurales, nacieron con la idea de dar la oportunidad a las comunidades más pobres de México de acceder a una educación que ayudara al mejoramiento de sus vidas. Pero el abandono de este modelo educativo hizo que muchas desaparecieran y que las restantes lucharan por sobrevivir.
“Creo que el plan del gobierno antes de Ayotzinapa era que las Escuelas Normales murieran de inanición, y eso es una verdadera vergüenza. En lugar de enfrentar el problema, lo que decidieron fue ahogarlas económicamente”, asegura Manuel Gil Antón, investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México (Colmex).
Para evitar morir de hambre, las escuelas normales rurales salen todos los años a exigir a los gobiernos estatales que, primero, abran la convocatoria de nuevo ingreso para seguir operando, y, después, más recursos para mantener y dar clases a sus alumnos.
El futuro de la educación básica en México parece encontrarse en un volado con una moneda de  dos caras: la exigencia de una mayor calidad de los educadores mexicanos para terminar con la desigualdad y el olvido de las Escuelas Normales de Maestros.

Por Norma Trujillo Báez
Las batallas que han librado las escuelas normales rurales en México no sólo son contra el analfabetismo y la pobreza de las comunidades campesinas, para las que fueron creadas después de la Revolución Mexicana, sino que el combate también es ideológico y hasta militar, como lo cuentan las historias de dos de los 17 planteles que sobreviven al embate de la “modernización educativa”, que nada tienen que ver con la delincuencia organizada ni con guerrillas y sí, en cambio, son asediadas por las policías, como son la de Ayotzinapa, Guerrero, “Raúl Isidro Burgos”; y la de Tiripetio, Michoacán, “Vasco de Quiroga”, según hacen el recuento los estudiantes de ellas: Luis Ángel y Guadalupe García.
A pesar del terrible crimen y omisión del gobierno federal y local por resolverlo, Luis Ángel se queja de que a los estudiantes de la escuela “Raúl Isidro Burgos” siguen siendo hostigados por la policía; el gobierno quiere que los normalistas de Ayotzinapa se queden callados, “que no digamos la verdad, quiere que callemos, y como no aceptamos sigue el acoso por parte de la policía; la policía nos sigue tomando fotos, incluso la policía que se encuentra en Guerrero sólo quiere intimidarnos, no está haciendo su trabajo; por el contrario, nos dice que nosotros somos los culpables, pero estamos siendo desalojados y golpeados por la policía”.
La historia no es nueva, agrega que lo que pasa es que “el gobierno ya no quiere pagar la educación pública, nosotros nos mantenemos, tenemos parcelas, allí sembramos y resistimos, para mantenernos; nos quieren cerrar la escuela, no es tanto el miedo que nos tengan sino que quieren que no pensemos, como futuros maestros no les gusta que analizamos la realidad, que revisamos las condiciones de nuestros pueblos, el futuro que nos espera y le preocupa que de allí han salido gente de lucha; de ahí, de Ayotzinapa, egresaron los maestros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos, y ya no quieren que surjan personas así, por eso nos dicen que representamos una gran fuga de dinero y por eso nos quieren cerrar”.
Conscientes de su papel en la historia de este país, Luis Ángel, compañero de los 43 desaparecidos, ataja la pregunta ¿Ustedes siguen las enseñanzas de esos profesores? No retomamos sus propuestas, sí los recordamos, porque no debemos olvidar nuestras raíces, porque además los libros de historia no hablan de ellos, nosotros conocemos su historia y que lucharon por una educación gratuita y por la persistencia de las escuelas normales rurales, como de alguna manera también lo hicieron Gabriel, Alexis, Fredy, Eugenio, Julio César, Daniel y los otros compañeros, que hicieron algo porque nuestra normal siga viva y después de ellos va a ver más personas que seguirán luchando porque sigan existiendo las normas rurales, por eso debemos recordar sus imágenes y les haremos un monumento”.



1 comentario:

  1. Los maestros inculcarían nuevas prácticas cívicas, reverencia a los héroes nacionales, festejos patrios, hábitos de higiene, modelos de organización doméstica, terminar con la superstición y el alcoholismo. A pesar de estos nobles fines las Normales siempre han sufrido ataques encaminados a su exterminio. El único pecado cometido es ser Sensibles a la problemática social. Gustavo Díaz Ordaz cerró la mitad de las normales queriendo apagar los gritos de justicia hacia las clases más desprotegidas.

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